24.9.13

El porqué de los "porqueses"

Hace tiempo que me vienen preguntando aquello de ¿Y porqué le has puesto Ohlala? ¿No hubiera sido mejor ponerle tu nombre? ¿o tu apellido?... Y yo, sinceramente, a veces también lo he pensado, pero ¿les digo un secreto? Me daba un poco de "cosa". No sé, ponerle mi nombre era como descubrir quién soy, ponerme cara en el cibermundo y yo... es que soy pelín vergonzosa. Así que, cuando empecé todo este sarao, estuve un tiempo dándole vueltas y al final, decidí que el nombre debía resumir lo que soy, lo que me emociona y lo que hago, vamos, que quería un DNI pero sin foto, que así había más misterio...

¿Ohlala? Para mí esta palabra es sorpresa, emoción. Cuando ves algo bonito, o algo te impacta gratamente exclamas: ¡Alaaa, que chulo!! y eso es exactamente lo que me encanta provocar en los demás. Que abran un paquete mío, ya sea un regalo de cumpleaños, de navidad o un pedido y les invada una alegría inmensa, que se pongan nerviosos y quieran arrancar el papel con los dientes y comerse en lazo que con tanto cariño he puesto. Porque los regalos señores, tienen que ser tan bonitos por dentro, como por fuera, como las personas. Y ¡que narices! que me encanta ver a mi gente sonreír.
Las bolsas de regalo, son un pelín primitivas pero ya mejorarán ya...
¿Y en francés? Esto, que me da un poquito de vergüenza, todo hay que decirlo, vino de mi obsesión casi patológica por París, ciudad a la que ya he ido cuatro veces (y volvería todos los días de mi vida) y a la que mi "partenaire de vie" me ha prohibido volver, de momento, alegando que hay más sitios bonitos en el mundo que ver, que yo no lo dudo, pero es que.. Aunque de este tema tengo para tanto rato, que igual le dedico un post, todo se andará.

¿La flor? Ahora mismo, este símbolo parece un poco obvio porque mi colección gira en torno a las flores, pero, aunque parezca mentira, esto me viene de lejos. No sé porqué, quizá es que en otra vida fui florista, pero, tanto la flor como el lazo, me han acompañado siempre, desde que decidí no matricularme en periodismo y lanzarme a la vida del "fashion design", hasta el día de hoy. Supongo que al final de los finales han acabado por representar algo de mí... se lo preguntaré a mi hemisferio derecho (o es el izquierdo?) no sé, supondré que ha sido una señal del universo porque al final, tanta flor y tanto lazo han evolucionado en algo tan bonico que no tiene explicación lógica.

Rosas hechas con estas manitas mías
Y después de toda esta parrafada de post, ustedes pensarán: "vale, mucha vergüenza y mucha tontería pero al final sí que pone tu nombre".

La tarjeta
Y ... el nombre. Pues sí, tienen toda la razón, pero esto amigos tiene su explicación mística. Verán, les cuento: Hace unos tropecientos años, cuando estudiaba diseño, teníamos que movernos por saraos y fiestas de postín a las que iba la flor y nata del sector textil, y allí entre san franciscos y piscolabis me di cuenta que yo no era como los demás. Por aquel entonces, a aquellas fiestas iban los "superdiseñadores", que no eran súper por tener superpoderes, sino porque tenían unos superegos que ni el pobre de Nietzche podría con ellos. Verdad de la buena. La cuestión es que allí íbamos los canijos de turno a codearnos con la realeza, les preguntabas, hablabas de tus ideas, te sonreían, te daban sus números de teléfono, y... nunca más se supo. Que oye, es algo de lo más normal, pero es que después venían las habladurías por detrás, los mensajitos subliminales y las sospechosas coincidencias con tus ideas de proyecto Oh sorpresa! El tema es que eran especialistas en mermar tu autoestima hasta límites insospechados y yo, que era una ingenua (y un poquito "moniata" como diría mi partenaire) acabé cayendo en el hoyo y, al acabar primero de carrera lo envié todo a hacer puñetas y me fui de camarera a Menorca. Que porque? Pues porque tenía mucho que pensar, así que me fui, pensé mucho y volví, pero no volví sola. De Menorca me traje tres cosas: un paquete de Marlboro light (que algún día dejaré, lo prometo), unas mechas color fucsia horrorosas de la muerte y un ego recién estrenado al que le puse mi nombre y que me tatué para que no se me olvidara que estaba ahí, pero en japonés para que nadie se enterara (que todavía no era tan grande). Así que sí, ese pequeño tatuaje marcó el comienzo de algo importante para mí, porque me devolvió la autoestima y la ilusión por lo que hacía, me recordó que los baches del camino te hacen más fuerte y si hay gente mala en este mundo pues que les den que no van a poder conmigo.

Mi pequeño paraíso  en las Navidades de 2012
Ale, y hasta aquí mi explicación de la falla y el comienzo de mis comienzos, se lo sirvo para que lo degusten y si es de su agrado que repitan. Bon appétit!


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